El descenso se debió a una ralentización en la subida de los alimentos no procesados y los precios de la energía.
Los precios de los primeros subieron un 1,0 por ciento en enero, frente al aumento del 1,9 por ciento en diciembre. En el segundo caso se aceleraron un 2,1 por ciento frente al 2,9 por ciento de diciembre.
Sin tener en cuenta esos dos componentes más volátiles, o lo que el BCE denomina inflación subyacente, esta subió un 1,2 por ciento desde el 1,1 por ciento en diciembre, contra las expectativas que apuntaban a un ligero descenso hasta el 1,0 por ciento.
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