Para los mercados, la era de los bancos centrales puede
estar empezando a llegar a su fin.
En 2017, el endurecimiento de la política monetaria y la
mejora de los fundamentos económicos podrían ayudar a soltar a los mercados de
las garras de los bancos centrales, cuyas políticas de estímulo en los últimos
años han dominado las transacciones de bonos, acciones y otros activos.
El giro presagia grandes cambios para los inversionistas,
que ya están reconfigurando sus carteras. Un prolongado período de tasas de
interés sumamente bajas y compras de activos por parte de los bancos centrales
impulsó el alza de los precios de las acciones y los bonos considerados
seguros. Ahora, los inversionistas esperan que el desempeño económico pase a ser
un motor de los mercados y que el estímulo monetario deje de expandirse.
Eso significa que los activos más riesgosos, que se
benefician más del crecimiento económico, prolongarían en 2017 su auge de fin
del año pasado, mientras que los bonos y las acciones más defensivas seguirían
sufriendo.
Los analistas también prevén que los inversionistas se
concentren más en la rentabilidad de las empresas y su riesgo crediticio y
menos tiempo en desmenuzar los discursos de los banqueros centrales palabra por
palabra.
“Empezamos a regresar a un mundo en el que los fundamentos
importan un poco más”, dice Dean Turner, economista de UBS Wealth Management.
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Desde la crisis financiera, los bancos centrales han lanzado
gigantescos programas de compra de activos y han mantenido las tasas de interés
a niveles históricamente bajos o incluso negativos con el fin de estimular el
crecimiento y la inflación. El Banco Central Europeo compra cada mes 80.000
millones de euros (US$84.000 millones) en bonos soberanos y corporativos. El
Banco de Inglaterra también compra deuda corporativa y de gobierno. El Banco de
Japón incluso compra acciones.
Los ingresos de una empresa parecen más atractivos cuando
las tasas de interés son bajas, lo que a menudo aumenta el valor de su acción.
Eso ayuda a explicar por qué las acciones del índice S&P 500 se cotizan
actualmente a 17 veces las ganancias que se prevé que generen durante el
próximo año, en comparación con un promedio de 14,4 veces de los últimos 10
años, según el proveedor de datos FactSet.
“El mercado bursátil no ha sido liderado por las ganancias
[de las empresas] durante mucho tiempo, sino por los bonos”, dice Scott Meech,
gestor de fondos del banco privado suizo Union Bancaire Privée.
Sin embargo, muchos inversionistas divisan los límites de
las políticas de estímulo de los bancos centrales. El BCE amplió en diciembre
su programa de compra de bonos, pero planea reducirlo a partir de abril ante
las preocupaciones de que se estaba quedando sin activos para comprar. Poco
después, la Reserva Federal de Estados Unidos subió su tasa de referencia en un
cuarto de punto porcentual y sugirió nuevas alzas en el futuro.
Algunos inversionistas esperan que los gobiernos llenen el
vacío y asuman un papel más protagónico a la hora de estimular el crecimiento y
la inflación. En EE.UU., el presidente electo Donald Trump se ha comprometido a
aumentar el gasto en infraestructura y aliviar la regulación financiera. Los
mayores precios de las materias primas también han impulsado las expectativas
de inflación.
“Los bancos centrales, en particular la Reserva Federal,
podrían tener menos capacidad para seguir una política expansiva si los estímulos
fiscales y la desregulación ayudan a estimular economías que ya se estaban
recuperando”, dice Arnab Das, jefe de investigación económica de mercados
emergentes de Invesco.
Desde noviembre, las acciones del índice MSCI World que
están más expuestas a las oscilaciones económicas —conocidas como acciones
cíclicas—, han subido 10%. Las acciones consideradas más seguras, o defensivas,
treparon sólo 4,6%, a pesar de haber superado el desempeño promedio desde la
crisis financiera. En relación con las acciones defensivas, los precios de las
acciones cíclicas se ubican en su nivel más alto desde 2008.
Los bancos de la zona euro son un buen reflejo del mayor
apetito por el riesgo: sus acciones recibieron una paliza durante gran parte de
2016, pero recuperaron terreno tras su gran repunte de los últimos dos meses.
Por el contrario, los precios de los bonos globales han
caído 5% en el mismo período. El rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10
años está en 2,446%. Los rendimientos se mueven en dirección opuesta a los
precios.
La pregunta es si las empresas serán lo suficientemente
rentables en 2017 como para justificar las apuestas arriesgadas del mercado.
Las ganancias proyectadas por acción para el próximo año se encuentran en
máximos históricos para el S&P 500 y se han recuperado para el Stoxx Europe
600 después de haber caído a finales de 2015.
“La tendencia de las ganancias mejora en todo el mundo”,
dice Nigel Bolton, gestor de fondos de BlackRock
Inc., la mayor administradora de activos del mundo, con US$5,1 billones bajo
supervisión. “Ahora estamos en este momento ideal para las acciones”.
La economía de EE.UU creció a una tasa anual de 3,2% en el
tercer trimestre, su nivel más dinámico en dos años. Los inversionistas son un
poco más optimistas sobre las perspectivas económicas de la zona euro y Japón,
dos mercados caracterizados por años de crecimiento débil. Un crecimiento
estable de 6,7% en China en los primeros tres trimestres de 2016 ha calmado los temores
de un colapso doloroso.
“Es cierto que los bancos centrales se están retirando, pero
lo hacen por una razón”, dice Fabio Bassi, jefe de estratega de precios de J.P. Morgan Chase & Co.
Los riesgos, sin embargo, siguen latentes: en los últimos
años, las ganancias de las empresas han tendido a decepcionar. Y el fin de la
omnipresencia de los bancos centrales, que es poco probable que se desvanezca
rápidamente, ha sido anunciada antes.
Además, la prevista explosión del gasto fiscal puede no
producirse. La política fiscal sigue sujeta a restricciones políticas, como los
temores sobre la deuda pública.
“Salvo que haya una amenaza de recesión, no debemos esperar
un plan amplio para estimular la economía financiada por un déficit”, dice
Didier Borowski, analista de Amundi
Asset Management, el mayor inversionista de Europa, que administra US$ 1,1
billones.
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