miércoles, 7 de marzo de 2018

Nubes en el horizonte llevarán al BCE a postergar cualquier cambio de calado

Fráncfort (Alemania), 7 mar (.).- La amenaza de una guerra comercial con EEUU, el resultado de las elecciones italianas y la todavía débil inflación en la eurozona harán probablemente que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) no decida mañana cambios significativos en su política monetaria.
La mayoría de los analistas consultados por Efe prevé, como máximo, que el banco elimine de su declaración oficial su referencia a la posibilidad de aumentar las compras de deuda en caso de que la situación económica se deteriore.
Sin embargo, incluso esa retirada del llamado "easing bias" o "sesgo de flexibilización" se considera poco probable ya que podría estimular la actual fortaleza del euro, que hoy se cotizaba bastante por encima de 1,24 dólares.
Para los expertos, la referencia a aumentar la cuantía del programa de estímulos si fuese necesario ha quedado obsoleta, ya que nadie espera que el banco vuelva a incrementar sus compras, pero su retirada podría ser interpretada por el mercado como un movimiento hacia la normalización de la política monetaria, lo que revalorizaría aún más al euro.
Un euro más fuerte puede influir negativamente sobre las exportaciones de la eurozona y además presionar a la baja a la inflación al abaratar las importaciones.
En su última reunión del 25 de enero, el Consejo de Gobierno consideró "prematura" la eliminación del compromiso de aumentar las adquisiciones de deuda y dijo que todavía no estaba "justificada", aunque indicó que su política de orientación monetaria podría ser revisada "pronto" este año.
Desde entonces se ha conocido que la inflación en el área fue en febrero del 1,2 por ciento, su nivel más bajo en 14 meses y todavía bien lejos del objetivo ligeramente inferior al 2 por ciento perseguido por el BCE.
Asimismo, el índice PMI que publica la empresa de análisis IHS Markit -el principal indicador de la economía privada de la eurozona- reflejó esta semana que el crecimiento del área se moderó en febrero y que Alemania registró su menor valor en tres meses.
Además, la decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de imponer aranceles al aluminio y al acero y la amenaza de hacerlo también a los automóviles europeos ha desatado el riesgo de una guerra comercial que podría poner en apuros la recuperación económica del área euro.
Todo ello, unido a la incertidumbre generada por el resultado de las elecciones generales en Italia -la tercera economía del euro- lleva a pensar que el máximo órgano rector del banco exacerbará mañana su habitual prudencia a la hora de anunciar cualquier modificación en su política monetaria.
Con todo, los analistas no descartan que el banco pueda suprimir la referencia al "easing bias" pero consideran que un anuncio de mayor calado hacia la normalización de la política monetaria del BCE deberá esperar al menos hasta la reunión de abril o incluso la de junio.
El banco dará a conocer además mañana sus pronósticos de crecimiento e inflación, en los que no se prevén grandes cambios, al margen de una ligera revisión al alza de los de crecimiento.
Las últimas previsiones, publicadas el pasado diciembre, estimaron un crecimiento del 2,3 por ciento para 2018, del 1,9 por ciento para 2019 y del 1,7 por ciento para 2020.
En cuanto a la inflación, el BCE calculó un 1,4 por ciento este año, un 1,5 por ciento para 2019 y un 1,7 por ciento para 2020.
Por lo demás, el presidente de la entidad, Mario Draghi, se pronunciará en la rueda de prensa del jueves sobre el nombramiento del ministro español de Economía, Luis de Guindos, para la vicepresidencia del banco, sobre el que el BCE debe emitir un dictamen, que no es vinculante y que podría hacerse público mañana.
Además, Draghi deberá responder a las preguntas sobre la situación del miembro del Consejo de Gobierno y gobernador del Banco de Letonia, Ilmars Rimsevics, que se ha visto involucrado en un caso de presuntos cobros de sobornos por el que fue detenido durante unas horas el pasado 18 de febrero.
Rimsevics rechazó dimitir tras su detención, tanto de su puesto de gobernador como del de miembro de la dirección del BCE, y alegó que las acusaciones contra él eran parte de una campaña de difamación.

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