Por Carlos Burgueño.
A 24 horas de inaugurada la transición hasta el 10 de diciembre, ayer apareció el primer nubarrón entre el macrismo y el albertismo sobre cómo manejar la política económica y financiera hasta el traspaso del poder. El tema de conflicto es la estrategia oficial de reducción de las tasas de las Leliq ante lo que, se supone desde el equipo que acompaña a Alberto Fernández, es una aceleración sin red de contención del desmantelamiento de la bomba de tiempo que representan esas letras. Se sabe que entre hoy y el viernes el Banco Central organizará una reunión del Comité de Política Monetaria (COPOM), donde se evaluará una reducción sustancial de la tasa testigo de las Leliq del 68% actual, a un nivel más cercano al 60% (o incluso menor), con la idea de forzar aún más la reducción del volumen de colocación de estas letras. La entidad que dirige Guido Sandleris dio ayer señales de ir en esta dirección, al decidir que ese instrumento deja de cobrar intereses y que no se le permitirá más a los bancos tenerlas como encaje, lo que en el mercado es interpretado como el primer paso para un futuro quite de circulación. De confirmarse esta decisión, se especula con un pago en efectivo de gran parte de los vencimientos por parte del BCRA, lo que combinado al primer pago de las Letes reperfiladas, se volcarían al mercado casi un billón de pesos, teniendo en cuenta que el stock actual de Leliq alcanza los u$s 13.000 millones.
En paralelo al conflicto, los técnicos económicos opositores (quienes deberán cubrir los cargos del ministro de Economía y la presidencia y directorio del Banco Central) no ocultan su enojo ante lo que ven como una falta de códigos desde las huestes negociadoras de Hernán Lacunza y Guido Sandleris. El eje del malestar es la versión, surgida de las usinas del oficialismo sobre que la aplicación de cepo hard se debió a la presión de del albertismo la semana anterior, ante la caída acelerada de dólares de las reservas. Según la palabra de los técnicos que acompañan al presidente electo, el oficialismo hizo correr la versión de llamadas vía WhatsApp de alguno de los economistas albertistas, donde se le reclamaba a Lacunza y a Sandleris que se tomen medidas urgentes que restrinjan el acceso a divisas por parte de los particulares. La respuesta desde el oficialismo fue que si Mauricio Macri lograba ir a un balotaje, la profundización del cepo no tendría sentido ante “la confianza que generaría la situación política de un potencial triunfo de Juntos por el Cambio en segundo vuelta”, pero que si la victoria correspondía a Alberto Fernández, se aplicaría la profundización del cepo en la versión que se conoció el domingo a la noche. Desde las huestes del próximo presidente se niegan por completo estas versiones. Sólo se reconocen las declaraciones públicas sobre los reclamos para que Sandleris cuide las reservas ante el dramático drenaje del miércoles al viernes de la semana pasada (período en el que las reservas cayeron casi u$s3.000 M) y se asegura que no hubo contactos formales ni informales entre el oficialismo y la oposición en los últimos 20 días de campaña. Y que los equipos tomaron contacto, de manera diplomática, desde el lunes pasado, luego de la visita de Alberto Fernández a la Casa Rosada.
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