En abril la “Formación neta de activos externos de
residentes” (FAE), lo que el mercado suele llamar “salida de capitales”, fue de
u$s183 millones, un 66% más que en marzo pasado pero un 92% por debajo del
nivel de un año atrás. De esta manera en lo que va del año, el FAE del primer
cuatrimestre sumó u$s468 millones. A esta altura el año pasado se habían “ido”
u$s7.036 millones. De modo que no hay comparación posible con el momento
actual. Claro que en ese entonces había unos u$s20.000 millones más en las reservas
del BCRA y un país en año electoral. Sin embargo, lo relevante es que abril
mostró ciertos cambios en el comportamiento de los agentes económicos.
Por un lado aumentó fuerte el FAE por “Compras netas de
billetes”, u$s103 millones, cuando a lo largo del primer trimestre del año se
registraron ventas netas de billetes por u$s167 millones (por eso el I
cuatrimestre arroja aún un saldo negativo de u$s65 millones, o sea, ventas
netas). El resto del FAE de abril corresponde a “inversiones directas (y otras)
de residentes en el exterior” por u$s82 millones (si bien fue inferior a los
meses previos en el cuatrimestre sumaron u$s532 millones). Se tiene así que
bajo el imperio de la pandemia y la cuarentena creció el apetito por atesorar
billetes estadounidenses
Según explica el último Balance Cambiario del BCRA, los
u$s183 millones del FAE de abril se desagregan en u$s103 millones de compras
netas de billetes, donde la personas físicas compraron (neto) u$s194 millones y
las empresas vendieron (neto) u$s92 millones (fueron mitad del sector real y
mitad de inversores institucionales y otros). Mientras que los u$s80 millones
restantes del FAE se explican por transferencias netas de divisas al exterior,
en general contra débitos en cuentas locales en dólares, lo que se conoce como
“canje”. Pero de estas transferencias, u$s143 millones fueron realizadas por
personas físicas, que usaron fondos que ya tenían disponibles en sus cuentas
locales en moneda extranjera, en cambio, las empresas del sector real y los
Inversores Institucionales y otros, repatriaron fondos del exterior por u$s52
millones y por u$s10 millones, respectivamente.
Lo que se ve es cierta aceleración, dentro de los límites de
las restricciones cambiarias (cepo), dado que no solo más gente compró dólares
sino que menos vendieron. Al respecto hay que señalar que las compras brutas de
billetes sumaron u$s219 millones de parte de 1.200.000 personas, cuando en los
meses previos solo compraron poco más de 435.000 personas (en marzo compraron
u$s73 millones). Se pasó de una compra bruta promedio de u$s149 en febrero y
u$s170 en marzo a u$s185 en abril, o sea, más cerca de los u$s200 mensuales
permitidos. Mientras que los que vendedores de billetes no solo vendieron menos
en abril (u$s25 millones), por segundo mes consecutivo, sino que menos personas
lo hicieron, unas 95.000 (50.000 menos que marzo).
Por lo tanto si se mantiene la tendencia actual habría que
esperar para lo que resta del año, por lo menos, unos u$s1.000 millones más de
atesoramiento. El número no debería inquietar a nadie, sobre todo, luego de los
niveles de los últimos años que marcaron récords (u$s26.900 millones el año
pasado), pero el contexto macro local e internacional es totalmente distinto y
complejo y el país se halla en medio de una reestructuración de la deuda
externa, y como si fuera poco el BCRA comandado por Miguel Pesce en lugar de
estar comprando reservas, lo que sería esperable en esta época del año, viene
vendiendo. En lo que va de mayo y abril acumula ventas netas por u$s968
millones y u$s747 millones desde la implementación de la cuarentena.
De ahí que surjan interrogantes como por ejemplo ¿por cuánto
tiempo más el BCRA permitirá comprar a los ahorristas los u$s200 mensuales al
tipo de cambio oficial más el 30% del Impuesto PAIS? Si bien los canales de
“salida” de divisas como el turístico, por un tiempo, prometen no presionar
sobre las reservas, las distintas simulaciones privadas sobre el mercado de
cambios en 2020 dan cuenta que las expectativas de un mercado muy superavitario
languidecen. Porque por un lado las exportaciones serían mucho menos de las
estimadas pre-coronavirus, alrededor de u$s8.000 a u$s10.000 millones menos
(aunque también las importaciones sufrirán la crisis con una fuerte caída que
podría ser similar) pero por otro lado se percibe un recorte del financiamiento
comercial externo lo que resta oferta de divisas al mercado doméstico. De modo
que el superávit comercial cambiario se estima se reduciría en unos u$s3.000
millones en el año.
Por otro lado, el financiamiento de bancos locales también
se espera que se ajuste, de modo, que por el lado de la demanda presionarán el
giro de dividendos y utilidades (mientras se permita) y el atesoramiento, y en
mucha menor medida el turismo internacional. De esta forma el saldo disponible
de dólares se reduce, y por ende, hay menos divisas para afrontar pagos de
deuda y para atesorar, turismo y pagos al exterior de royalties.
Nuevamente, nada de esto inquietaría si el BCRA estuviera
comprando divisas o bien se hubiera despejado el frente externo de la
reestructuración de la deuda. Por lo pronto no pueden descartarse nuevos
torniquetes al mercado de cambios de no mediar ninguna mejora, tanto por el
lado de los ingresos (sobre todo exportaciones) o bien el BCRA comience a
comprar reservas. Por eso es, quizás, la variable a monitorear diariamente, no
solo la intervención del ente monetario sino si finalmente vuelve a ser
comprador neto de divisas. Ayer ya movió fichas la CNV. No pueden descartarse
nuevas medidas. ¿Será el turno del BCRA? Veremos.
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