miércoles, 10 de enero de 2018

Quién es "Mr. Ordinary", el nuevo nombre fuerte de la economía de EE.UU.



Así se lo conoce en Wall Street. Y lo conocen bien: en los últimos 40 años previos a 2012, donde asumió como gobernador de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), Jerome Powell formó parte de la cúpula financiera neoyorquina tras encabezar diferentes firmas de private equity y bancos de inversión. Este fue el motivo por el cual, cuando el presidente Donald Trump confirmó su candidatura, en el interior del Senado se encendieron varias luces de alerta: así como su antecesora, Janet Yellen, implementó una serie de regulaciones sobre el sector bancario para blindar a los estadounidenses y evitar que se construyan nuevas burbujas –como la hipotecaria, que desató la crisis financiera del 2008–, muchos analistas creen que el exbanquero está decidido a desmontarlas.
“Antes de la crisis de 2008, la Fed tenía mucha autoridad para regular y supervisar a los bancos más grandes del país, pero fallaron en usar esa autoridad”, le remarcaba a Powell la senadora demócrata Elizabeth Warren, en la audiencia de confirmación que se llevó a cabo en el Congreso. El discurso siguió. “Pero, después las cosas fueron mal –continuó Warren– por error de la Fed al no instalar reglas fuertes. En su lugar, terminó causando que millones de personas pierdan sus trabajos, sus hogares y sus ahorros”.  Entonces, la senadora culminó: “¿Es verdad que planea flexibilizar estas reglas, tal como declaró en su testimonio escrito?”. Powell se ganó el apodo por evitar choques y, en cambio, tener una personalidad pragmática y generar consensos. Y, ante este ataque, la sacó a lucir. “Dije que se debían revisar alguna de estas normas”, fue su respuesta.
La versión que dio en el Congreso es contradictoria. Por un lado, durante los cuatros años de presidencia de Yellen, Powell mostró su apoyo en cuanto a la visión de política monetaria y de estricta regulación financiera que la economista llevó a cabo, apoyándose en la ley federal conocida como la “Dodd-Frank”, que se creó en 2010 bajo la tutela de Ben Bernanke. Entre otras exigencias, obliga a los entes financieros a superar pruebas de estrés, dar información clara a los clientes acerca de las condiciones de los préstamos hipotecarios y, a través de la ‘Regla Volcker’, se evita que los grandes bancos puedan realizar actividades especulativas de riesgo con los fondos de sus clientes en busca de su propio beneficio. Para Yellen, “las investigaciones sugieren que las reformas centrales que se pusieron en juego aumentaron la resiliencia sin limitar la expansión de crédito o el crecimiento económico”. Los republicanos difieren de esta opinión. Para ellos, las regulaciones limitan la competitividad del sector y le ponen techo al crecimiento del crédito, motor de una economía con fuerte actividad industrial. “Estamos buscando alternativas para aliviar las cargas regulatorias”, se contradijo Powell, minutos más tarde, ante la senadora Warren.  
En este sentido, los economistas de Bloomberg Economics, Carl Riccadonna y Yelena Shulyatyeva, aclaran: “Es probable que tome la misma dirección que hubiese tomado Yellen si renovaba el cargo, con una excepción: Powell parece ser más dócil a recalibrar las regulaciones financieras impuestas luego de la crisis”. Sin embargo, para los analistas, el funcionario buscaría solamente eliminar algunas trabas que afectan a los bancos pequeños y medianos, en vez de hacer cambios centrales. “Esta postura antirregulatoria, junto con que pertenece al partido republicano, fueron factores que le dieron peso ante los demás candidatos que se nominaban para el cargo”, aseguran.
Banquero sin créditos
Alan Greenspan obtuvo el doctorado honoris causa por la Universidad de Nueva York. Bernanke se recibió de doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Yellen lo hizo en Yale. La tendencia de los últimos tres mandatos de la Fed está marcada por un liderazgo con fuerte presencia de conocimiento técnico. Con Powell, abogado por la Universidad de Princeton, habría un cambio de management del banco central y esto genera opiniones divididas.
No es economista, pero su experiencia pesa. En los ’80 y ’90 fue vicepresidente del banco de inversiones Dillon, Read & Co y director de Bankers Trust. Luego pasó al mundo del private equity donde, entre 1997 y 2010, fue socio de firmas como Carlyle Group, socio de Severn Capital Partners y Global Environment Fund. En 2012, fue electo para sentarse en el board de la Fed, cargo que mantiene hasta el momento. Para Riccadonna y Shulyatyeva, “la decisión de Trump refleja la priorización de la experiencia en el sector privado y el negocio bancario sobre las credenciales académicas”.
Un economista entiende en profundidad las variables que entran en juego a la hora de proyectar la repercusión de la política monetaria –las tasas de interés– sobre la inflación o el empleo. En cambio, los economistas de Bloomberg aseguran que, por más experiencia que tenga, “Powell dependerá del análisis de su equipo económico”.
Federico Furiase, director de Eco Go y experto en finanzas, coincide: “Powell tiene a favor que viene del mundo financiero y sabe cómo funcionan en la práctica los mercados, pero le falta conocimiento académico. Sobre todo, en análisis de proyecciones de tasas de interés”. Y concluye: “En este aspecto va a tener que apoyarse irremediablemente en la opinión del resto de los participantes del comité. A diferencia de los mandatos de Greenspan, Bernanke o Yellen, vamos hacia una Fed con menos liderazgo personal de su presidente, pero no lo veo  necesariamente como una fragilidad en política monetaria”.
En cambio, para otros, el liderazgo importa y la personalidad también. En esto, Mr. Ordinary es visto como un generador de consensos o, en palabras de los economistas de Bloomberg, “un centrista”. Y, según un estudio de Laurence Ball, investigador de la Universidad Johns Hopkins, la falta de agresividad en la toma de decisiones en los policymakers puede tener serias consecuencias.
En su hipótesis, Ball pone en juego dos factores que podrían haber llevado a la Fed dirigida por Bernanke a no prever la crisis financiera de 2008 y actuar antes de tiempo. “La toma de decisiones sobre la base de lo que se percibe que tendrá la aprobación de la mayoría. Esto implica que los individuos se autocensuren para obtener la aprobación de los demás miembros, cuando existe un ambiente de camaradería y de consenso”, sostiene Ball, como el primer mecanismo que estuvo presente en el comité de miembros de la Fed en aquel tiempo. Se encadena a esto un segundo factor: Bernanke era tímido, no solía ir al choque con sus colegas ni tomar las riendas de las reuniones de comité. Esto se desprende de las desgrabaciones de las juntas del board divulgadas tras la crisis financiera.
Futuro emergente
Así como se espera que Powell vaya en contra de Yellen en la visión regulatoria, el nuevo presidente de la Fed ya anticipó que mantendrá el statu quo de su antecesora en lo que respecta a la política monetaria. “Estamos incrementando las tasas en un camino gradual”, dijo ante el comité del banco. “Y espero que esto siga siendo así”. Este sería, según Furiase, el costado positivo de Powell: buscaría consensos en los mercados financieros mundiales a partir de la claridad en la comunicación de la estrategia monetaria. La noticia en los mercados emergentes fue bien recibida.
“Una suba de tasas de interés viene acompañada de un aumento de los rendimientos del mercado, como por ejemplo, el bono a 10 años del Tesoro de los Estados Unidos, que hace que se ajusten las condiciones financieras de los emergentes”, explica James McCormack, Global Head Sovereign & Supranational Group en Fitch Ratings. Esto implica que los inversores se desprenden de sus títulos emergentes, lo cual repercute en un mayor costo financiero para economías como la argentina.
McCormack tiene una visión más cautelosa acerca del impacto de las futuras decisiones de Powell sobre las economías emergentes. Según el economista, la repercusión de un aumento de tasas será mayor en el costo de financiamiento de países que requerirán emitir deuda por más de US$ 60.000 millones en total en 2018, como es el caso de Polonia, Sudáfrica, Indonesia y la Argentina. “Además, cuando la Fed sube la tasa, el dólar se fortalece y obliga a los emergentes a devaluar su tipo de cambio, que hace que aumente el costo financiero inmediatamente”, sostiene. Por esto, vaticina condiciones de acceso al financiamiento desafiantes en 2018.
En cambio, para Furiase, “que la Fed continúe en la senda del gradualismo es una gran noticia para los emergentes en general y sobre todo para la Argentina, con un gobierno que tiene que financiar el gradualismo fiscal, la brecha externa y los vencimientos de las Lebac del Banco Central para bajar la inflación”, dice. “Para que se mantenga el gradualismo es importante que no se acelere la inflación de la economía estadounidense, que hoy está anclada por debajo de la meta”, afirma.
Al cierre de este número, los analistas esperaban que la Fed subiera la tasa del 1,250 a 1,5 por ciento en la reunión de diciembre. La meta a largo plazo es alcanzar el 2,8 por ciento. La forma y la claridad en la cual el organismo se dirija hacia esa cifra tendrá una u otra repercusión sobre la Argentina. Pero Powell no estaría dispuesto a tomar decisiones abruptas y buscaría evitar los conflictos en los mercados financieros.

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